martes, 22 de mayo de 2012

Un lugar donde quedarse

Título original: This must be the place. Dirección: Paolo Sorrentino.
Países: Italia, Francia e Irlanda.
Año: 2011.
Duración: 118 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Sean Penn (Cheyenne), Frances McDormand (Jane), Eve Hewson (Mary), Judd Hirsch (Mordecai), Kerry Condon (Rachel), Harry Dean Stanton (Robert Plath), Joyce Van Patten (Dorothy Shore), David Byrne (él mismo), Olwen Fouéré (madre de Mary), Shea Whigham (Ernie Ray).
Guion: Paolo Sorrentino y Umberto Contarello; basado en un argumento de Paolo Sorrentino.
Producción: Francesca Cima, Nicola Giuliano y Andrea Occhipinti.
Música: David Byrne, con letras de Will Oldham.
Fotografía: Luca Bigazzi.
Estreno en España: 11 Mayo 2012.

Esta es una película de esas que puede dividir a los espectadores hasta el punto de que el lector de las diferentes críticas no se haga una idea precisa de si el film merece o no la pena. Y es que la película es decididamente extravagante, moviéndose en todo momento en los límites de lo ridículo, lo sensible y lo absurdo y, claro está, cada espectador tiene sus límites de tolerancia en distintos niveles. Personalmente me dejé llevar por unas imágenes estupendas y una banda sonora maravillosa, y me adentré en la narración sin grandes exigencias, aceptando los elementos inusuales que se iban mostrando ante mi y puedo decir que, pese a sus deficiencias, pasé un buen rato en el cine.
Una adolescencia inacabada. Los excesos durante la juventud y algunas de las consecuencias de aquella vida, han dejado a Cheyenne, ya cincuentón, en una especie de purgatorio emocional del que no puede escapar. A la separación que suele producirse en los adolescentes con respecto a sus padres, les sucede un rencuentro en la edad adulta que Cheyenne no ha podido completar. Este es el tema central de una larga presentación en la que se nos muestran algunos otros matices, como el instinto vengador y competitivo del personaje, o su preocupación y sensibilidad por las personas que le rodean.

Una comedia sobre el Holocausto. Cheyenne construyó desde los 15 años un personaje extravagante que le separó de su padre, un judío ortodoxo, hasta el punto de dejar de hablarse durante 30 años. A través de un acto de venganza, tratará de reconciliarse con su pasado y cerrar heridas. Así se inicia una road movie que lleva al personaje por la América profunda en busca de un nazi de las SS. Pese a su aspecto ridículo, las personas con los que se va encontrando le aceptan y le ayudan, de un modo u otro, a cumplir su objetivo, en una sucesión de momentos absurdos y divertidos.
¿Una historia profunda? Aunque la película trata temas importantes como la identidad, el perdón o el Holocausto desde la delicadeza y el respeto, huyendo de la sensiblería fácil y el convencionalismo, lo extravagante del planteamiento y de algunas situaciones, la introducción de elementos absurdos que nada aportan a la narración, o un final convencional en el que todo parece encajar, nos hacen sentir que no estamos ante una historia auténtica y honesta, sino ante un entretenimiento arriesgado con el que unos se sentirán más cómodos que otros.
Sobre las actuaciones. La película está llenos de personajes secundarios, algunos excelentes, como el viejo nazi o la madre ante la ventana. Pero el peso, sin duda, lo lleva en exclusiva Sean Penn y a este respecto mi sensación es totalmente ambivalente, porque aún reconociendo que el personaje de Cheyenne es francamente difícil, opino que el actor no ha logrado una actuación convincente y así se suceden escenas magníficas junto a otras exageradas en exceso (eso que llaman sobreactuar).

Recomendación: es imprescindible ver esta película en v.o.

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