viernes, 19 de octubre de 2012

La Duda (Doubt)

Sinopsis (de la web La Butaca):
Estamos en 1964, en la iglesia de San Nicolás, en el Bronx. El padre Flynn (Philip Seymour Hoffman), un brillante y carismático sacerdote, intenta desafíar las estrictas reglas que la hermana Aloysius Beauvier (Meryl Streep) lleva custodiando desde hace años con mano de hierro. Ella es la directora del colegio y cree ciegamente en el poder del miedo y la disciplina. Los cambios políticos están llegando a todos los estratos de la sociedad y la escuela acaba de aceptar a Donald Miller, su primer estudiante negro. Pero la hermana James (Amy Adams) hace saber a la hermana Aloysius que el padre Flynn está prestando una atención demasiado especial al muchacho. La hermana Aloysius se siente obligada a emprender una cruzada para averiguar la verdad y para expulsar a Flynn del colegio. A pesar de carecer de una sola prueba que confirme la sospecha, la hermana Aloysius se ve abocada a una lucha de poder con el padre Flynn.

Crítica (esta sí que es mía):
 ¡Uf! Creo que me parezco más a Aloysius Beauvier que al padre Flynn, porque esta película, muy recomendable pese a lo que pueda decir a continuación, me parece una supina trampa e ideológicamente reaccionaria. El problema es que para llegar a esta conclusión he de desplegar una carácter más acorde al de la rígida y desagradable monja encarnada por Meryl Streep, que al amable vividor que protagoniza Philip Seymour Hoffman. Pero vayamos por partes.

Tras una larga, no muy interesante, pero probablemente necesaria introducción, un presunto conflicto desencadena una lucha encarnizada entre la rígida directora del colegio y el padre espiritual del mismo.

El film se sustenta sobre 3 sermones y 3 escenas se inician en el despacho de la directora y que funcionan a la perfección con la ayuda de una interpretación excelente por parte del cuarteto protagonista.

Poseyendo numerosos matices y análisis, ninguno resulta más que señalado, a excepción de tema principal. Así, el problema de la pederastia en el seno de la iglesia católica estadounidense es apuntado y, si bien el ascenso del padre Flynn se puede entender como una crítica ante una determinada actitud que busca obviar un grave problema mediante acciones que no sólo evitan la denuncia sino que buscan el impacto contrario,  lo cierto es que el tema resulta ser (increíble pero cierto) secundario. De hecho a nadie le importa un comino la víctima, ni siquiera al guionista-director. De este niño poco sabemos (emocionalmente) y los pocos datos que nos llegan de su biografía es a través la conversación entre la directora y la madre, pudiendo sobrentender que el chico está más contento que unas pascuas porque el padre, negro como el carbón, es un poco bruto, y el niño, necesitado de una figura masculina, ha salido un poquito homosexual, así que la relación con el cura, ¡que diablos! (¡uy perdón!) tampoco está tan mal...

La historia contiene, eso sí, una reivindicación feminista, pues evidencia como los hombres utilizan en beneficio propio una estructura  social patriarcal y jerárquica y como en este contexto la capacidad de acción de las mujeres se ve mermada.
 
Existe además una sub-narración muy obvia, pero no por ello perjudicial. Personalmente me parece entretenida e incluso divertida: la doble intencionalidad de los sermones, la guerras entorno al servicio del te, de la ventana, de la silla del despacho, la simbología de la luz…

Pero todo juega un papel secundario en torno a la idea central, maniquea y simple de la lucha entre el bien y el mal, la luz y la oscuridad, el puritanismo y el hedonismo, la virtud y el vicio, la claridad de la verdad y el oscurantismo del engaño, la convicción y la duda, la justicia y el perdón. Y en este sentido, la pretendida ambigüedad que todos alaban en esta historia yo no la veo en ningún lado, pues opino que John Patrick Shanley, el director de la película y autor de la obra teatral, el creador de la historia, toma partido claramente por una de las partes. La lucha no es entre concepciones que se encuentren en un mismo nivel, puesto que la posición que defiende el padre Flynn está viciada desde el inicio por el estigma de la corrupción y la podredumbre (si no somos generosos en la interpretación de lo que acontece), o de la debilidad de espíritu (si lo somos). Sin duda la vencedora en este conflicto es  la hermana Aloysius (pese a la escena final, sobreactuada y poco creíble). Es decir, estamos ante la defensa del dogma, de la convicción interna no fundamentada en hechos, capaz de desenmascarar el mal y la corrupción gracias al poderoso purgante de la determinación que otorga la sólida convicción de estar en posesión de la verdad absoluta.  Todo contra lo que hemos estado luchando en Occidente desde hace siglos. No puedo dejar de recordar el momento en que Aloysius le dice a Flynn, una vez que este se ha derrumbado, que no siente ninguna pena por él, mostrando un sentido impersonal e institucional de la justicia, una deshumanización que nace del miedo a la corrupción y a la propia debilidad y que le priva de la capacidad de empatía.
Tampoco puedo dejar de extrapolar esta dicotomía a la realidad estadounidense. Y no a la de los años 60, sino a la actual rivalidad entre el Tea Party y los demócratas. Y en este sentido, esta ficción es una poderosa  arma de carácter político, pues como toda lección pretende ser aleccionadora, y del carácter singular de una historia es fácil hacer una extrapolación de conocimiento e ideas más generales, pues aunque la historia es particular, los destinatarios son una pluralidad informe y múltiple de personas. Y así tenemos una buena historia de ficción que en realidad está transmitiendo valores homófobos, racistas, intolerantes e inhumanos.
¿O no me he enterado de nada?
 

 

miércoles, 17 de octubre de 2012

Blancanieves (de Pablo Berguer)



Un drama antiguo y un ejercicio de estética. Cuando oí hablar de esta película pensé como muchos que llegaba con mala suerte, ya que otros se habían adelantado a su director. Primero porque Michel Hazanaviciu se había atrevido con una película que ya corría los riesgos de ser muda y en blanco y negro y aunque su triunfo de crítica y taquilla han podido ayudar a eliminar reticencias, corre el riesgo de ser comparada con ella. Por otro lado el mismo año se han estrenado otras dos películas con el mismo título. Fui al cine con reticencias, animado tan solo por unas imágenes que me sorprendieron por su belleza… y fue un acierto. La película tiene pocos peros, tal vez la amargura de la crueldad que destila la historia. Pero la estética, la fotografía, el vestuario, la música y las actrices son maravillosas, las actuaciones estupendas y la historia funciona bien sin perder fuerza ni encanto en ningún momento y revive en el ánimo de un espectador una España antigua que algunos aún hemos saboreado en sus últimos coletazos. Es una historia de Blancanieves muy sui géneris, que no pierde de vista el original pero que tiene elementos propios muy genuinos y que encuentra elementos narrativos sorprendentes y divertidos. Muy recomendable.