Antes fue siempre fuego. Compañía de La Phármaco.
Tan sorprendente y extraña fue la decisión de ir a ver la
obra, como la obra en sí. No sólo porque raramente acudimos a espectáculos
de danza contemporánea, sino porque ya
conocía El Carme Teatre, un espacio escénico poco acogedor. La calle Gütemberg
es un lugar abandonado que nada tiene que ver con la ciudad luminosa y dinámica
que en nuestro imaginario es Valencia. Tras pasar el arquillo que nos anuncia el
teatro, todavía nos quedan 40 metros que definitivamente nos extraen del
espacio humano y urbano en el que solemos movernos. Al final del oscuro callejón,
dos viejos caserones con acceso en la primera planta, tras subir una escalera
exterior, en una solución arquitectónica verdaderamente extraña en esta ciudad.
La pequeña sala de espera bajo el entarimado de madera no transmite ninguna
sensación de seguridad. El edificio carece de calefacción. El pequeño graderío,
tenuemente iluminado, es incómodo. Todo hasta el momento de comenzar el espectáculo
ha sido una experiencia inhóspita.
La aparición de Koke Armero sobre el escenario, desnudo,
amputado, grotesco, genera una tensión en el espectador que ya no le abandonará
hasta el final de la danza. No lo conseguirán ni la aparición de Maryluz Arcas,
ni la hermosa voz de la soprano Laura Fernández o la ocasional intervención de la
tiorba y la viola da gamba. Los movimientos espasmódicos y las figuras
monstruosas, configuran un espectáculo de danza vivamente expresivo,
perturbador y algo barroco, no ya por la selección musical con temas de Purcell
(el único momento de alivio lo sentí al escuchar O solitude, my sweetest choice) sino por el conjunto de la experiencia:
la sonoridad áspera de la herrería, los desasosegantes silencios que
transmitían los jadeos de los bailarines o el golpeteo de los cuerpos sobre la
tarima, la iluminación de claroscuros, un cierto gusto por la deformidad y el hiperrealismo
que generaba la cercanía del escenario, mostrando en toda su crudeza la tensión
de los músculos y unos rostros dramáticos, perlados de sudor.
Antes fue siempre
fuego es danza sin baile, una coreografía contundente, atrevida y
expresivamente dramática que no nos dejó para nada indiferentes.
Ficha técnica:
Una obra de La Phármaco.
28 de abril, 8:30 h. Carme Teatre. Valencia.Dirección y Dramaturgia: Maryluz Arcas
Coreografía e Interpretación Maryluz Arcas y Koke Armero
Música: Henry Purcell (O solitude, Music for a while)
Composición musical y Viola da gamba: Illo Muriel
Tiorba: Manuel Casas
Voz: Laura Fernández (soprano)
Diseño de Iluminación: Diego Domínguez/María Otero
Espacio Escénico: La Phármaco / Muneka producciones
Vestuario: La Phármaco / Eva Arinero
Producción ejecutiva: Ana Sánchez de la Morena/Korego proArte
Fotografía: Raúl Barrio
Diseño gráfico: Toño FM
Producción: La Phármaco
Antes fue siempre
fuego baila la necesidad de construirnos en un mundo y ser imagen y semejanza,
de sabernos formas inseguras e intentar mantenerlas bajo control. Es el tiempo
de la forja, del fuego, el golpe y la materia, un encuentro en la docilidad, una
encarnación de sus sentidos y direcciones. Dos cuerpos que no bailan sino que
son bailados. Se vuelven dóciles, como espejos anatómicos a la espera de la
correspondencia física, soportando su fugacidad, sostenidos en lo frágil.
Condenados a ser siempre germen, a estar siempre atentos a la posibilidad de
acceder al vínculo, como si ese acceso fuese la última esperanza de belleza.
La Phármaco